«Rey del Color» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Rey del Color
Enrique Germán Martínez

con Guillermo Oscar Iglesias
En colaboración

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Marino poeta y pintor
en el arte primero de la lista,
inigualado Rey del Color
sin dudar insuperable artista.

Especialista en balandros y almadías
amante de fragatas y goletas,
dos clásicos que ama y respeta
navegan en su alma todo el día.

No hay barco que a su arte se resista,
trabaja siempre en silenciosa algarabía.
En ratos libres él escribe poesías
en su mundo que descubre cada día .

Guillermo Iglesias amigo toda la vida
él me dedica su versear bello y sincero
lo admiro y desde el corazón lo quiero
es un héroe combatiente de Malvinas.

«Un señor, un doctor» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Un Señor un Doctor
Enrique Germán Martínez
Marino poeta
QEPD Dr. Osvaldo Campos

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Tuviste que irte
contra tu voluntad
dejando tu casa
remanso de paz.
Hermosa, prolija
las plantas crecidas
el cerco cortado en
en líneas perfectas
El pasto? Soñado…
La piscina un cristal
La casa impecable
ni una arañita
ni mancha o manchita
todo era perfecto
en la paz de tu hogar.
El perro guardián
ni una mosca cazaba
anciano y cansado
uno más para amar.
Allá queda tu esposa
Una dama virtuosa,
diligente, hacendosa
el motor del hogar.
Tu eras de cabillas
la rueda que unía
los sueños de Mara
con la realidad.
Tus hijos seguían
un gran patriarca
tu ejemplo era pauta
honesta y veraz.
Y te fuiste, nomás
con igual perfección
dejando tu entorno
sin culpa ni error,
como eras de veras
un padre, un amor
y en todo el resto
¡un Señor y un Doctor!
Serás nuestra luz
en la oscuridad ,
miraremos al cielo
para verte brillar
Serás un lucero
sereno de paz
y eterna memoria
que no hemos de olvidar.

«Violines en mi jardín» por Enrique Germán Martínez marino poeta

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Violines en mi jardín
Poetización de una prosa
de Horacio Ferrari

Hay paz en mi jardín
mientras evoca a Beethoven
un triste violín,
con la melodía de La Pastoral
mi alma flota en un mar de paz.
De voz en cuello canta el zorzal
quisiera con él poder hablar.
Le preguntaría si es felicidad
por un radioso día que se va,
o está llamando a su pareja
que no ha podido hoy encontrar.
Que insensible es la gente de ciudad,
no saben que un pájaro puede amar,
no quieren siquiera escuchar
Y de un portazo cierran su corazón
con bronca y cruda impiedad
hacen caso omiso
al latir de las aves y a su ilusión.
Nunca he de saber
donde vive un picaflor.
Sus nidos son un misterio
no menor,
Y no se posan mientras
haya algún brillo de sol.
Mas a éstas horas
en que calló el zorzal.
Y las torcazas buscan
silencio y paz
en la misma rama
Por siempre van
A descansar con el violín
Que ejecuta La Pastoral.
desaparece el colibrí
pero al alba reaparecerá.
A lo lejos ladra un anciano can
que nada sabe de violín
reverbera en la paz en mi jardín.
Al acallarse los ecos
de este irreverente bramador
Continúo con quirúrgica precisión
quitando las malezas de mi vida,
de mi corazón y de mi jardín
con La Pastoral
grandiosa en el violín
En el ominoso silencio
de una noche luminosa
después de rezar.

TARDECITA EN MI JARDÍN.
Las persianas se van cerrando, de golpe, como con bronca. Parece que le temen a la noche o no saben disfrutar estos momentos.
Los zorzales cantan a voz en cuello, felices, parece que llaman a su pareja o están despidiendo un día maravilloso de sol y buen tiempo.
Los picaflores ya se guardaron en su nido, no es hora para ellos, y las torcacitas van llegando, una a una, a su rama para pasar la noche. Siempre la misma y buscando una paz y un silencio que aturde.
Allá lejos ladra un perro, no sé a quién o a qué.
Y yo juntando o sacando con precisión quirúrgica los yuyos que molestan a la grama bahiana que se resiste a morir en esa maraña.
Todo envuelto en los violines de Beethoven que siguen con total precisión los acordes de La Pastoral.
Todo un momento de paz total.
Antes la quimio, después regar.