«Umbrales invisibles» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Umbrales invisibles
Enrique Germán Martínez Marino poeta

ideas de Mario Actis

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Umbrales invisibles
te conducen al destino,
razonable o desatino
no los ves y vas confiado.

Así desapercibido
y venturoso continúas
construyendo mil futuros
sobre lo que has destruido.

Es tu vida peregrina
una pirámide invertida,
en su vértice originas
tanto que ni te imaginas.

Lo que al poeta concierne
me alegro muy sincero
que el futuro no gobierne
cuanto hacemos o haremos

No es misterio o fantasía
tampoco ha de consolarnos
juntos son el futurible
Y no debe desvelarnos.

«Las manos del pintor sabio» por Mónica Modera y Enrique Germán Martínez

Las manos del pintor sabio
Mónica Modera y Enrique Germán Martínez

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Poesía descriptiva

Celeste cielo que tus manos
le pintan al corazón,
latidos de las montañas
acompasados con un mascarón.

Gracias a letras apasionadas
que recorren inmenso el mar,
persiguiendo ancianas naves
que nadie podrá olvidar.

Las manos del pintor sabio
donde más crean es la alta mar:
pintan mares imaginados
Y navíos que eternos navegarán.

La inspiración que sus manos mueven
Desconoce la realidad
sólo pintan hechos felices,
Jirón de historias a no olvidar.

«Poseído por las letras» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Poseído por las letras
Enrique Germán Martínez Marino poeta

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Yo quise ser un gran poeta
en el mundo de las letras,
para escribir palabras inmensas, apretadas o sueltas.
Unas me ceñían,
otras me iban huelgas,
todas pugnaban por salir,
prestas de mi lapicera.
Un día escaparon todas
de mi pluma de oro más vieja:
y solas se escribieron
en mi ajada antigua libreta.
Eran sólo tinta e ideas
más no eran aun poemas,
mientras yo me soñaba en ferias
firmando hasta bibliotecas.
Y eran letras bellas…
lloraba con sólo verlas
yo que las tuve presas,
en la tinta que no escribiera.
Cuánto tiempo perdido
hechas tintas y no letras
Releía irreconocible verba,
renovada y tan moderna,
Inexplicable hubiera escrito
con tal desenfado
y lenguaje abierto.
Pero casi sin darse cuenta
se adueñaba
lo nuevo en sigilo
de mis más íntimas ideas.
Ahora era un consagrado,
soberbio monstruo sagrado del pensamiento despojado,
gigantescas son hoy mis letras…
mas quisiera volver a ser
pequeño como era antes.
Como hoy ya mi alma ruega
Y en su insistir, impetra incesante.

«La lucha» por Mónica Modera

LA LUCHA
Por Mónica Modera

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Como semilla fecunda,
en noble tierra has germinado,
creciste entre mieses
que con tu amor has regado,
Recogiste el fruto
con sudor cosechado.
Tus sueños se cumplieron
como habías anhelado.

Golondrina de mar
las distancias te han seducido.
Y tu corazón ha llorado
cuando rezas en otro lado.
Empeñas la vida a cada rato
en la lucha que has enfrentado
pero serás inmortal
porque siempre estaré a tu lado.

«Versos en primavera» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Versos en Primavera
Por Enrique Germán Martínez marino poeta

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Cuando el brillo del color jaspea el verde
y el aroma es el mensaje de las brisas,
si las ramas de los sauces displicentes
alisan rizos en el río y lo acarician…

Si las risas de los niños se columpian
y se acallan tristes llantos que no cesan,
si los cantos de las aves hoy anuncian
entusiastas su alegría sin sorpresas…

Cuando crece un sentimiento qué veneras
y se adueña de tus horas y tu pulso,
cuando quieres perdonar cuanto te hicieran
y las heridas ya no dejan rastro alguno…

Cuando sumas tantos años sin siquiera
recordar un triste invierno, si lo hubo…
alza entonces la mirada, es primavera!
un sol ardiente reinará en tu claroscuro.

«La edad, los caprichos y el señorío» por Enrique Germán Martínez marino poeta

La edad, los caprichos y el señorío
Enrique Germán Martínez Marino poeta

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Cuando sea un hombre mayor
vestiré un jogging holgado,
preferentemente marrón,
que se dé patadas con el calzado,
lo usaré sin cinturón,
y con manchas por todos lados.
Mi retiro de militar
lo gastaré en juegos de azar,
si me alcanza para variar,
me haré amigo de la licorera
cincuenta años bien llevados,
pero ni uno más, la jovenzuela.
Compraré licores de marca
que nunca he podido probar,
por esa bendita guardia
en puesto de responsabilidad,
que siempre en una hora
me había de presentar.
Usaré sandalias con medias
y cuando el calor agobie,
en musculosa y no me odien….
en el zaguán con mate frío,
los patoteros me envidiarían
yo que no me veo tan mal,
a más de uno puedo humillar.
Hablaré a los gritos
para que me crean sordo,
y cuando se convenzan
que no es engaño,
es la huella de los años
impostaré la voz
Y les hablaré en susurro
Para que sientan lo que son,
Comparados conmigo:
unos tontos y burros.
Ay Señor, no veo la hora
de ser respetado anciano
por decirlo sin orgullo vano,
«un distinguido señor mayor».
Me saluden por la calle
y se atropellen por complacerme.
Y si en una de mis visitas
toco el timbre en otra puerta,
no me griten desde dentro:
¡es al lado viejo de mierda!

«Un lugar de misterio» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Un lugar de misterio
Por Enrique Germán Martínez marino poeta

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En la distancia
tu imagen,
se disuelve en la niebla,
que no penetran mis ojos
y mi mente se ciega.
Te imagino ajena
otros brazos te rodean
temerosa y con pena
fue tu error
ir tras ellas
quimeras corriendo
que raudas se alejan
aunque tu andar
inocente, aceleras.
Entonces recuerdo
nuestro espacio al misterio
esa esquina en Belgrano
de Cabildo y Olleros,
de encuentros secretos,
y pecar muy discreto,
mintiendo a los a duendes
y a las hadas de ensueños.
Entonces recuerdo,
las tardes de invierno,
de brisas amables,
y los veranos ardientes
tu escribías un verso,
yo leía silente
y al mirar el espejo
de las rimas y sueños,
a un café confesábamos
pecados diversos.

«Sumas y saldos» Enrique Germán Martínez marino poeta

“Sumas y saldos”
Enrique Germán Martínez marino poeta


Sobre ideas de charlie Verón

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Qué es lo más inteligente
que hice en mi vida?
Me preguntaba,
en una noche perdida
de insomnio y reflexión .
Vivir es condición,
pero salir
de una etapa cumplida,
es correr delante..
de la vida,
¡es renovación!
No sea que te alcance,
con su monotonía,
sus liturgias repetidas,
y su credo de inacción.
Pero aún hay más.
Tu señorío ausente
es no haber decidido,
galante y atrevido,
cuando tu tiempo fue presente.
Lo mejor que puedo hacer
en este final de partida,
es tomarme las cosas
a risa
Y deslumbrar sin pretenderlo.
Andar sin ninguna prisa
agradar sin saberlo
no evadirme siquiera de mi yerros
regocijarme del señorío de los abuelos
incluso en la adversidad
Y sin comerlo ni beberlo
mi reflexión final
“ Debo vivir todo
me lo gané,
a no dudar
Lo merezco
En la tristeza
Veteranía
O adversidad
en mi existencia
tan singular
en esta vida
Para gozar.

«Versos en otoño» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Versos en otoño

Enrique Germán Martínez Marino poeta

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En su orgullo olvidan
los robles que su atavío colorido
caduca,
Y su fronda
que otrora fue noble
será resaca chispeante
en la hoguera
antes de las nieves
tempranas
que el otoño augura.
El almendro y el arce
pavonean sus naranjas
que el brillo
irradian de su hermosura
Y al ocaso
el rojo del cielo
refuerza del fresno
su sangre
nacido en tierra con hierro,
mientras el sauce de Plata
humilla a la luna
en su morada el cielo
añoso un manzano,
entre curioso y perplejo
viendo los árboles jóvenes
mirándose en el espejo,
se pregunta que
sentirán en la próxima
luna
cuando no les queden hojas
todas caídas
No les quedará ninguna.
Toma nota de los árboles
que fueron sabios al
siguiente otoño.
No vale nada
así sea un tesoro
lo que tu tienes.
Lo que importa es
es qué eres
y más aun cuánto
esa es tu fuerza
esa eres tu y tu luz,
es decir: qué tanto.

«Versos en verano» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Versos en verano
Enrique Germán Martínez Marino poeta

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Al descender el sol
como fragua incandescente de Ephastos,
desde Olimpo al tórrido desierto
en un alba de verano,
pintó de rojo el horizonte arenoso, el más lejano,
cual si un artista inexperto o inescrupuloso
derramara el pigmento,
sin destreza,
en imprimado y
blanco lienzo, ya dispuesto.
Quedaron cielo y tierra fundidos
en un beso
bermellón y aguachento,
sin nubes de algodón,
sanguinolento,
que tiñó las cumbres de montañas,
corrió, siempre rojo,
por el fondo de los valles,
y en raid interminable
se trepó a rascacielos
no sin antes también pintar
hasta el tope de las jarcias
de los barcos
amarrados en el puerto…
saltó al mar
en otro horizonte desierto
Y se hundió lento
en un ocaso plácido
que iba menguando en su inmersión,
todo cuanto le quedara
de sol tórrido
de verano
Y de violento.