A María Luisa y su gata Luli.

os lagos azules de aguas profundas
los ojos muy fijos sin un pestañear,
mirar elegante, cariñoso o distante,
según a quien Luli se lo va a dedicar.
No es una gata de cuño o prosapia ancestral,
pero está orgullosa de su vida real
serpenteante, ondulante y gracioso su andar,
once años de amigas la quiero de verdad.
Para mi ella no tiene más que gestos de amor
mi llegada es fiesta en todo su alrededor
se acuesta en el piso, se frota su lomo,
aprendió este baile en la televisión.
Ella habla conmigo con perfecta dicción:
yo se que significa cada miau o acción,
restregarse en mis piernas, maullidos de honor,
enroscarse en mi falda a dormir sin temor.
O treparse a mi cama hasta su madrugón,
Luli no es una gata, es mi amiga leal.
Y la he honrar cuando ya no esté más
recordando su nombre y rogando por ella
cada vez que un maullido acierte a escuchar.
Luli, gata amorosa que en algún lado estarás
como hermana pequeña de mi alma inmortal,
estoy segura que nada hay que te habrá de faltar.
Solo quiero que sepas por el amor que has dejado,
Que un día lejano te iré a buscar.


Luli, una estrellita mas en el cielo alguien que espere en el camino que seguiremos algun día.
A Miss Lizzie le gustaban los siameses, pese su voz paticular, y su mascara de ‘ninja’ le gustaba dormir junto a ellos.
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