Andreas un brillante ingeniero alemán, eminentemente técnico que me confesó que casi nunca vio una poesía. Sofi una niña de Buenos Aires que vivió rodeada del cariño de su familia y amigos. ¿Nos confirmará esta poesía la existencia del género científico romántico?
Sofia y Andreas planetas distantes
de cielos sin risas ni auroras boreales
son órbitas libres de soles brillantes
sin leyes ajenas a las universales.
Ni intento de burla a las gravitacionales
no quieren cambiar sus órbitas distales
y al confín del espacio creciente y vacío
estarán arribando a suburbios prohibidos,
que ni Dios ha visto, llorado o sufrido.
Sofia y Andreas astros resonando
tal cual Franck Pierre los había inventado.
Con igual periodo, a la inversa, frecuencias
dan lugar a amplitudes generosas e inmensas
que en el cosmos resuenan y sus soledades.
Es lenguaje de astros vibrantes
Sutil es su enlace
y los soles más grandes los han acercado
hasta hacerlos gemelos en elipses sin foco
hoy grandes amantes en despoblado universo
es mucho y no poco, felicidad verdadera
en cuerpos celestes por felices que sean
la vida es difícil y no augura a una fiesta.



