Nunca te abandonaría.
Por Enrique Germán Martínez
No bajarías nunca de ella,
ni al azote vil de la tormentas,
que mece tu cuna, violenta
con embrujo que te ensueña;
los miedos no te harán mella
de caer a la mar extensa,
aunque al tope de la jarcia
irrefrenable e intensa
la magia de volar te impulse
a irte tras de ella.
Verás al sol escondido
entre sábanas y sueños,
ocasos en mares perdidos
que tú verás despierto,
mirando las estrellas
de tu mano a pocos metros.
Si eres libre acariciarás
suavemente tu firmamento,
doblón de plata es la luna
bailando en la estela,
iluminando el sagrado nombre
que todo hombre anhela
y al primer rayo de luz,
como dedos, veras a ésta
conjurando las tinieblas,
Febo es luz de albas eternas
esplendor y refulgencia
de las aguas emergiendo
en su majestuosa esencia.
Y cuando tú quieras dormir
mecida en los horizontes
por la olas trashumantes
que brisas peinan sus crestas,
Dios ahuecará sus manos
te cobijarás en ellas
tu sueño será entre coros
celestiales de voces bellas
y solo querrás salir
cuando extrañes la cubierta,
del velero en Libertad
que en espuma vuela
con albas alas abiertas.
