Continuación de la primera parte: «Palpita tu vientre».


Para ti siempre es lejos
un hijo que parte,
da igual la distancia
te duele arrancarte.
Tu vientre aún palpita
vacío al quedarse,
y tu mente lo siente
desnudo y frágil.
Quisieras tras él
correr y alcanzarle,
fundirte en su ser,
abrazo interminable
cobijarlo en tu seno
y seguro guardarle.
Pero tu hijo no es brote
es un árbol grande
robusto y firme,
tu lo tutelaste
y con buenos consejos,
muy sabia regaste,
y allí donde fueren
sabrás Palpitarles.
Déjalos partir y sin olvidarles
vela por ellos, rogando incesante
que el cielo los guarde de todo mal
en cualquier parte.
