Déjame rezar cual valiente e inolvidable letanía
condena a la violencia que Euskal Herria y Navarra bendecían,
un conflicto que fue obra y resabio de soberbia y satrapía
en los nobles corazones pacifistas aunque grandes no cabía.

Fuimos victimas y parte responsable en ese oscuro día
sociedad éramos todos quienes ruegan, claudican o porfían,
pretendiendo que la historia de su letra y palabra se escriba
aunque ríos de lágrimas y sangre generosa así consiga.

La violencia no es camino aunque reporte conquista noche y dia,
tantos valles y colinas, como fuera necesario es la guerra y su doctrina,
Ya no es tiempo de verter impunemente tanta inquina
aunque cánticos de gloria, a la sangre de valientes una épica le escriba.

Agregando sólo noche a lo que ya es de por sin la largo día,
cinco lustros de sagrados Gestos por la Paz no morirían
sin crear una conciencia popular que nos contiene y pacificad
desde las instituciones, o las mentes o las vidas hoy perdidas
de las gentes que otra opción no radical desconocían.

Epílogo

El eco de las armas reverbera en memoria de los muertos que aún suspira
los derechos de las agentes son humanas demandas que inspiran,
a la paz una cultura qué hermana no sé qué y pacífica
Toda forma de violencia, hija de ideologías o palabras que critican.