«La dama musical» por Enrique Germán Martínez marino poeta

Las brisas del tiempo susurran mil nombres
sabiendo que uno no habré de olvidar,
porque en rimas secretas que mi alma esconde
guardo aquellas cuartetas que no he de mostrar…

Son palabras ardientes de pasión escondida,
que la lluvia ni el viento podrán nunca apagar,
porque inflaman el fuego que al sol le han pedido,
son rescoldos culpables, ni cenizas tendrán.

Su vida era leve como el canto sonoro,
que canta un coro a una voz por igual,
nunca vio que caía en olvido el decoro
y cantaba a dos voces sin poderlo evitar

Ella cantaba a la vida, a las flores, al viento,
 y a los niños su amor, hasta que una pasión
violenta y culpable, abrió su sonrisa
y dio brillo discreto a su vida interior.

La Dama que canta, sonríe y ahora ama,
guarda un mudo secreto en su corazón,
saborea la vida, sabores que inflaman
Con dulces memorias de la sinrazón.

EPÍLOGO

Ella guarda un secreto ni nuevo viejo
sus mejillas sonrojan con solo pensar,
vergüenzas ocultas que a su faz del espejo
enigmas de su alma que no sabría explicar.

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