«Rafael a veinte años»
Por Enrique Germán Martínez marino poeta

El tiempo de antiguos recuerdos
y lágrimas que nunca se secan,
mi hermano es memoria y ausencia,
del ramo, las flores más frescas.
Era un hombre muy sabio y bueno,
cariñoso con padres y abuelas,
de tres hijos fue ejemplo perfecto:
familia, trabajo y esfuerzo.
De su esposa amorosa doncella
un príncipe apasionado con ella.
Donde quiera que sea fue amado
y buscado como médico experto,
sacrificios nunca le faltaron,
por pacientes que a él querían verlo.
Pero Dios en un día impensado y
complacido por su hijo dilecto,
lo llamó con gran prisa a su lado,
porque en lo alto quería tenerlo.
Doy fe que era astuto y rebelde,
valiente y osado, sin ser imprudente,
por más que hizo todo su esfuerzo,
no pudo al señor convencerlo.
Rafael es la nota en mi lira,
que me sopla asonantes las rimas,
si nacieran de sus ocurrencias,
serían coro batiente de risas,
por su histrionismo y su simpatía,
endulzaba tu vida con sus picarescas.
20 años es muy larga ausencia
de a uno los he desgranado
como un viejo rosario de cuentas,
por su vida dolido he rezado
honrando cuanto el representaba.
Dejo una austera herencia
pero muy generoso a mi fuera
cuando dijo señalando sus hijos:
-míralos, tan pequeños, hermano,
¡Sin imagen de padre se quedan!
Y en un hilo de voz completó
las ideas que guardo en reserva.
Una mochila pesada e incierta
creí cargaría por caminos y sendas,
enseguida fue enorme alegría
entender que me había prestado
un tesoro de muy alta renta,
que me da beneficios sin plazos
¡de amor en mi década de los 70!
POSDATA
Rafael y yo nos parecemos,
Como gotas de un mismo gotero,
Tanto que era común confundirnos
Peto él siempre fue “el verdadero”.
PD el sentido de la Ilustración es que a él le gustaban los barcos