Caminan con pasos que no son de ellos, midiendo una celda que no merecieron, barrotes que infaman, cadenas que ofenden, a jueces que pecan contra sus juramentos.
No hay en los pliegues de alguna conciencia, ni en almas partidas de sus amores y afectos, no hay un corazón, honesto y sincero, ante esa traición, que no llore en silencio.
No cabe medir con razones abyectas, ni procede juzgar con perfidia siniestra. Los llamaba un clarín, que a la épica gesta, ordenaba vibrante enfrentar la contienda!
Fue el tiempo que un odio, ajeno a esta tierra, reinó con su corte vasalla y rastrera, de amor obituario, mendaz y violenta sesgando las vidas, vibrantes y plenas.
Las huestes bastardas armadas en guerra, traidoras y viles en brutal montonera, con saña impensable e inhumana fiereza, traicionaron, abjuros y «la Patria fue Lesa».
No había en sus almas, si acaso tuvieran, un dejo de humana piedad o de pena, sólo ecos de miedo, de muerte y violencia, sembrando el terror con su prosa dantesca.
Mil valientes lucharon en mil días de gesta cargando en sus brazos el arma en defensa de “patrios valores humanos”, que en guerra tan cruel, “respetaron con honor y obediencia”.
EPILOGO Altiva la mirada, así cumplen su condena, truena al sol amanecido una voz esperanzada: ya se acaba!. Se habrán ido y la Patria redimida, en la ruta iluminada partirá hacia la gloria peregrina…