odeado de distancia,
coronado de velas,
con su dama en la proa,
con su nombre en la estela,
así hace derrota el madero,
dejando su historia en la ola,
en la borrasca,
en el puerto.
La mano de un Dios marino
pone viento
al paño blanco de sus velas.
También blanco
es el nombre de la dama
y blanco es el casco del madero.
Es blanco el penol,
que remata el paño,
y blanco es su linaje de velero;
es blanco el tope de sus palos,
en cruz,
mirando al cielo
y blanca es la intención de sus gavieros.
Es blanca la espuma de mar
que lo bautiza
y blanca es la oración de LIBERTAD,
que aprendió del viento
el marinero.