En primer lugar quiero disculparme por no saber hablar vuestra hermosa lengua. Por eso es que no voy a hablar a ustedes con palabras sino con el corazón.
En nombre de los tripulantes del Buque Escuela de la Armada Argentina, la Fragata LIBERTAD y como representantes del pueblo de nuestra Nación, les doy una cálida bienvenida abordo de este trozo de territorio argentino y les ofrezco nuestro saludo amistoso y fraterno. Lo hago con toda la emoción que significa visitar esta bella ciudad y con la esperanza de contribuir a consolidar los vínculos de amistad que hermanan a nuestras dos naciones.
Quiero especialmente mencionar la profunda influencia cultural que la Argentina recibió de Francia a fines del siglo pasado y que dejo una marca indeleble en nuestra sociedad y en sus costumbres, así como en la fisonomía de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco quiero olvidar las acciones de cooperación entre nuestras Armadas que se materializan en las unidades navales y aeronavales construidas en Francia que hoy prestan un eficiente servicio en la custodia de nuestro mar. Quiero mencionar también la participación combinada de franceses y argentinos en las fuerzas de protección de las Naciones Unidas en nombre de la democracia, la justicia y la paz, durante la guerra civil en los Balcanes.
Y es precisamente LIBERTAD el nombre de nuestro navío, el mismo sentimiento proclamado en la Bastilla el 14 de julio de 1789, que hemos heredado y que hoy esta profundamente arraigado en el corazón de los argentinos. Ruego a Dios para que el recuerdo de este navío embajador de nombre LIBERTAD perdure en vuestros corazones ilustrando el mensaje de amistad y la propuesta de fraternidad que por nuestro intermedio, les hace llegar a los ciudadanos de Francia el pueblo de la Nación Argentina.
Muchas gracias y que Dios nos bendiga a todos.